Baraka: La vida, la cultura y la arquitectura
Baraka es un documental que fue dirigido por Ron Fricke en 1992. La misma muestra paisajes, culturas y momentos de distintas partes del mundo, siempre con música de fondo y sin diálogos. Eso me pareció interesante, porque al no haber palabras uno se concentra más en lo que está viendo y en lo que siente. La película es como un recorrido visual por el mundo, que va cambiando de ritmo y de ambiente en cada escena. Lo que más me impresionó fue cómo las imágenes transmiten emociones tan fuertes sin necesidad de explicar nada.
Durante la película se muestran diferentes formas de vida de las personas en su cotidianidad: sus vestimentas, sus tradiciones, sus rituales y también los paisajes que las rodean. Se puede observar como cada grupo se diferencia según sus influencias, como la religión y las creencias espirituales. Cada persona actúa de manera distinta dependiendo del entorno donde viven. Entre los países que pude reconocer estaban comunidades en la India, África, Nepal, Japón, Medio Oriente, America del Sur entre otros. Los identifiqué por sus vestimentas o rituales religiosos característicos, como las geishas en Japón, los monjes tibetanos con sus túnicas anaranjadas y amarillas, los sacerdotes cristianos, los indúes con sus prendas y tatuajes bañándose en la orilla del río, Jesuítas con sus túnicas color marrón, la tribu de los Masai de Kenya realizando competencias de brinco, musulmanes en la celebración del hach en la Meca.
Asi mismo pasa con la arquitectura. Las estructuras reflejan formas características de cada comunidad. Cada país muestra un estilo diferente que refleja la forma en que vive su gente. Por ejemplo, en África aparecen estructuras circulares y muy sencillas hechas con materiales naturales, que demuestran una vida más cercana a la simpleza en armonía con la naturaleza lo que lo hace tan orgánico. En cambio, en Japón o en ciudades como Nueva York, la arquitectura se vuelve mucho más avanzada, con edificios enormes, luces, pantallas y con una tecnología avanzada. Lo interesante es que Baraka no se limita a mostrar lo más “bonito” o moderno, también enseña realidades más duras, como viviendas en malas condiciones o lugares marcados por la guerra, que reflejan desigualdad y sufrimiento. En ese sentido, la arquitectura termina siendo una evidencia de la historia y de la cultura de cada país. La arquitectura habla por sí sola y cuenta historias sin necesidad de palabras.
Lo que más me gustó de Baraka fue la manera en que muestra la diversidad del mundo y cómo, a pesar de ser tan diferentes, todos los seres humanos compartimos la capacidad de tener pensamientos distintos y de crear cosas auténticas y únicas, reflejando esa creatividad que nos une. Me impresionó ver los paisajes y también cómo la arquitectura y las tradiciones reflejan la identidad de cada país. Después de ver la película siento que mi forma de mirar la vida y arquitectura cambió, porque ya no la pienso solo como edificios, sino como un lenguaje que habla de la cultura, de la historia y hasta de los problemas sociales. Al final, Baraka me dejó con la idea de que la arquitectura no solo está relacionado con materiales, sino también con memorias, creencias y la manera en que cada sociedad entiende el mundo las cuales unidas forman una estructura.
Se puede decir que Baraka te hace reflexionar en la vida misma al ver las diferencias clases sociales y culturas, te hace reflexionar sobre el entorno que nos rodea. Áreas muy pobres donde se ven los niños caminando descalzos en la tierra en contraste a la vida metropolitana con más comodidades como en New York. La civilización humana es variada y desigual, debemos aprovechar el máximo los recursos que están a nuestro alcance y utilizarlos de la manera más adecuada para mejorar las próximas generaciones.
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